Vivir Felíz

Observa el amanecer por lo menos una vez al año.

Estrecha la mano con firmeza, y mira a la gente de frente a los ojos.

Ten un buen equipo de música.

Elige a un socio de la misma manera que elegirías a un compañero de tenis: busca que sea fuerte donde tú eres débil y viceversa.

Desconfía de los fanfarrones: nadie alardea de lo que le sobra.

Recuerda los cumpleaños de la gente que te importa.

Evita a las personas negativas; siempre tienen un problema para cada solución.

Maneja autos que no sean muy caros, pero date el gusto de tener una buena casa.

Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión.

No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que está perdiendo el pelo. Ya lo sabe.

Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que del reproche (dile al débil que es fuerte y lo verás hacer fuerza).

Anímate a presentarte a alguien que te cae bien simplemente con una sonrisa y diciendo: Mi nombre es fulano de tal; todavía no nos han presentado.

Nunca amenaces si no estás dispuesto a cumplir.

Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado.

Haz lo que sea correcto, sin importar lo que otros piensen.

Dale una mano a tu hijo cada vez que tengas la oportunidad. Llegará el momento en que ya no te dejará hacerlo.

Aprende a mirar a la gente desde sus sandalias y no desde las tuyas. Ubica tus pretensiones en el marco de tus posibilidades.

Recuerda el viejo proverbio: Sin deudas, sin peligro.

No hay nada más difícil que responder a las preguntas de los necios.

Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu prójimo. (El que no vive para servir, no sirve para vivir).

Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo ajeno.

Confía en Dios, pero cierra tu auto con llave.

Recuerda que el gran amor y el gran desafío incluyen también ‘el gran riesgo’.

Nunca confundas riqueza con éxito.

No pierdas nunca el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios defectos.

No esperes que otro sepa lo que quieres si no lo dices

Aunque tengas una posición holgada, has que tus hijos paguen parte de sus estudios.

Has dos copias de las fotos que saques y envíalas a las personas que aparezcan en las fotos.

Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes.

No olvides que el silencio es a veces la mejor respuesta.

No deseches una buena idea porque no te gusta de quien viene.

Nunca compres un colchón barato: nos pasamos la tercera parte nuestra vida encima de él.

No confundas confort con felicidad.

Nunca compres nada eléctrico en una feria artesanal.

Escucha el doble de lo que hablas (por eso Dios nos dio dos oídos y una sola boca).

Cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no a amigos.

Aprende a distinguir quiénes son tus amigos y quiénes son tus enemigos.

Nunca envidies: la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento.

Recuerda que la felicidad no es una meta sino un camino: disfruta mientras lo recorres.

Si no quieres sentirte frustrado, no te pongas metas imposibles.

Categorías: Reflexiones

Bad people do bad things

Estuve tratando de ser mejor persona de la que soy por tanto tiempo que se me quedó la costumbre, de tratar, no de ser mejor persona. Estaba muy motivado porque creo que es el mejor homenaje que puedo hacerle a mi hijo, por todo lo que me enseñó con su amor, su tenacidad, su gusto por la vida… en fin tantas cosas. Y me he esforzado, este blog tiene varias entradas en las que he tratado de reflejar ese esfuerzo.
Hoy, sin embargo me siento triste porque mis esfuerzos al final parecen infructuosos y estériles, he intentado ser un mejor amigo, he intentado ser un mejor amante, pero nada parece funcionar. Hace poco leí una pregunta qué decía ¿qué tal si estuviera libre del deseo de mejorarme a mi mismo? tal vez eso es lo que deba hacer, librarme de ese deseo y darme cuenta que lo que hay es lo que se ve. Al final con mis intentos de ser mejor, lo más que he conseguido es que la gente me llamé mentiroso o que me reclame por lo que dije y no cumplí. Creo que tienen razón en reclamar, la gente no tiene porque comprender que cuando digo algo es porque realmente lo siento y realmente quisiera ser constante en mis buenas intenciones pero simplemente no puedo, ya no sé si es porque estoy cansado, si es porque estoy deprimido o enojado.
La situación es incluso peor, no solamente soy incapaz de mantener mis buenas intenciones sino que me esmero en contradecirlas, especialmente con la gente que me quiere. Con toda esa gente que me haría decir:
You make me want to be a better man
Como decía Melvin en “As Good as It Gets”. Y es qué a lo largo de mi vida ha habido muy poca gente que me ha hecho sentir así, pero al final aunque realmente lo deseo no logro ponerme a la altura de lo que significan para mí.
Ojala esas pocas personas que me han hecho desear ser mejor me perdonen por ser tan ineficiente y tan mentiroso, pero al final creo que lo más que puedo hacer es aceptarme como soy, una mala persona. Porque es cierto las acciones dicen mucho más que las palabras, por eso es que “bad people do bad things”.
Categorías: Reflexiones

Nunca, Guty Cárdenas

Yo sé que nunca
besaré tu boca,
tu boca de púrpura encendida:
yo se que nunca,
llegaré a la loca
y apasionada fuente de tu vida.

Yo sé que inútilmente te venero
que inútilmente el corazón te evoca,
pero a pesar de todo yo te quiero,
pero a pesar de todo yo te adoro
aunque nunca besar pueda tu boca.

Categorías: Música

El Psicoanalista

Autor: John Katzenbach

Tras «La guerra de Hart», el autor John Katzenbach presenta su nuevo libro, «El Psicoanalista«, un thriller fuera de serie.

«Feliz 53 cumpleaños, doctor. Bienvenido al primer día de su muerte. Pertenezco a algún momento de su pasado. Usted arruinó mi vida. Quizá no sepa cómo, por qué, pero lo hizo. Llenó todos mis instantes de desastre y tristeza. Arruinó mi vida. Y ahora estoy decidido a arruinar la suya. Al principio pensé que debería matarlo para ajustarle las cuentas. Pero me di cuenta de que eso era demasiado sencillo. Es un objetivo patéticamente fácil, doctor. Acecharlo y matarlo no habría supuesto ningún desafío. Y, dada la facilidad de ese asesinato, no estaba seguro de que me proporcionara la satisfacción necesaria. He decidido que prefiero que se suicide». La primera parte del libro me tenía un poco decepcionado, empecé a pensar que se trataba de una novela escrita para ser convertida en guión de cine (para Hollywood, claro).

Advertencia: Lo siguiente es mi opinión y resumen del libro y tal vez sean demasiado detallados para alguien que esté pensando en leerlo. Por lo que pido leerlo bajo su propio riesgo.

Un psicoanalista recibe una amable invitación a que se suicide debido a que arruinó la vida de alguien en algún momento de su pasado y ese alguien quiere venganza. La motivación para que Rick (el psicoanalista) se suicide consiste en qué de no hacerlo el Sr. R (Rumplenstinsky) se encargará de destruir (no necesariamente matar) a uno de los familiares del Dr. Para ser más convincente, se le presenta una lista de las 52 posibles víctimas. Se le ofrece, sin embargo, una salida, si logra averiguar la identidad de su verdugo en los 15 días siguientes podrá salvar la vida.

Así que en el resto de la primera parte Rick se dedica a buscar desesperadamente la identidad del Sr. R., hasta parece en algún momento muy cerca de encontrarla pero con los consabidos “ya merito” de este tipo de historias. Se aparecen por ahí un par de personajes que ayudan al Sr. R. Virgil una hermosa mujer de ojos verdes y cuerpo sensual. ¿Por qué las malas nunca son gordas y feas? y Merlin un abogado que hace las veces de extorsionador pagado por el Sr. R. La participación de ambos personajes consiste principalmente en darle recaditos a Rick de parte de Rumplenstinsky que él contestaba a su vez con poemitas publicados en la portada de un diario de Nueva York, ciudad donde se desarrolla la mayor parte de la trama.

Rick se muestra bastante falto de recursos en prácticamente toda la primera parte, en lo personal eso me estaba cayendo bastante mal, por lo que a pesar de que la narrativa del autor me pareció excelente, estuve a punto de dejar el libro porque de verdad creí que el final iba a ser como de telenovela donde de pronto todo se resuelve en un final color rosa.

Sin embargo, había algo que me intrigaba mucho, no iba ni a la mitad del libro y al pobre Dr. le quedaban como dos días de los quince que tenía originalmente. Por el ritmo del libro no podía imaginarme como se iban a repartir esos dos días proporcionalmente al número de páginas. Triste profesión de programador como me ha deformado la mente.

Así que con esta intriga como bandera y sin más que hacer mientras tomaba el sol de Acapulco. Seguí leyendo y vaya que valió la pena.

El Dr. a lo más que llega es a averiguar, con ayuda de su antiguo mentor, un analista como de 80 años medio loco, que hace como 30 años atendió a una paciente con depresión, misma que tras no recibir la atención adecuada por parte de un Rick más preocupado por el rumbo de su carrera que por sus pacientes, decide suicidarse.

La paciente deja huérfanos a tres niños de los cuales según los cálculos de Rick uno debe ser el Sr. R. Con esta información y mucho miedo Rick huye a su casa de campo.

El final de la primera parte con el Dr. quemando su casa de campo y fingiendo su muerte me pareció genial, después de todo Rick parecía tener muchos motivos para suicidarse, Virgil, usando otra personalidad, lo demanda ante la asociación de psicoanalistas por abuso sexual, Merlin le roba su identidad electrónica y con esto su dinero a través de transacciones por Internet. Con su departamento en NY, donde tenía su consulta, destruido por una inundación provocada por los secuaces de Rumplenstinsky y con su esposa muerta hace tres años, la frustración y el enojo con la vida no parecerían raros y la decisión de terminar con tanta miseria no sería puesta en duda por mucha gente.

La segunda parte es también una segunda vida para Rick, haciendo uso de su conocimiento de la mente y del comportamiento humanos convence a un borracho que vive en la calle de entregarle sus documentos, con eso y algo de efectivo que logró salvar de una cuenta antes de que Merlin le metiera mano, el buen doctor se forja una nueva identidad.

Eso de algo de efectivo es muy gringo porque eran 10,000 lechugas. El caso es que como originalmente el Dr. se llamaba Frederick y la identidad que se consigue lleva por nombre Richard, pues sigue siendo Rick.

Qué idea tan seductora me pareció esa de volver a empezar con un nuevo nombre y toda la cosa, dónde nadie te conozca, dónde nadie te quiera o te odie, con la libertad de inventar tu pasado y en consecuencia tu futuro, creo que esa proyección fue lo que más me gusto de la lectura. Imaginarme en lugar de Rick quemándolo todo, muriendo y renaciendo solo, sin nombre, sin prestigio, sin carrera, sin deudas, sin familia, sin responsabilidades… qué idea tan seductora.

Yo en lo personal ahí me hubiera quedado, sin hacer nada, construyendo mi nuevo yo sin restricciones, sin reglas más que las que yo quisiera imponerme, pero Rick no. No, ¿qué sería del libro con alguien tan huevón como yo? Rick quiere venganza, claro que se suaviza un poco esta idea con aquello de no quiero vivir huyendo, cuidándome la espalda durante el tiempo que me quede de vida. Cómo si no nos pasáramos todos haciendo eso todo el tiempo aunque no nos persiga un psicópata.

Esta segunda parte es tipo Rocky Balboa, “ya me dieron en la madre pero van a ver”. Ricky empieza por crearse identidades adicionales una para cada fin que persigue, también entrena su cuerpo y su mente y claro (the american way of life) se compra una pistola y practica tiro, defensa personal y hasta toma un curso de orientación en el campo.

Mientras hace todo esto empieza a investigar la identidad de su verdugo y gandayas que lo acompañan. Cuando reúne suficiente información hace una visita a la casa que ocupó la paciente suicida que le trajo tantos problemas 30 años después. Una pista lleva a otra hasta presentarlo en la finca propiedad de los padres adoptivos de los 3 huérfanos, sin embargo, la finca tiene un nuevo dueño que sospecha de las preguntas de Rick y este al darse cuenta huye y comienza a dudar de su venganza, pero como es descubierto por Virgil y Merlin gracias al aviso del nuevo dueño de la finca se da cuenta de que ya no hay marcha atrás.

Con el agua hasta el cuello Rick decide actuar y enseña el cobre, como Rocky hace uso de todo lo aprendido en su entrenamiento y le saca un teléfono al delator. Con este dato de pronto todo tiene un nuevo sentido para Rick.

Así que de ahí a la identidad del Sr. Y la consecuente madriza que le pone a él y a sus secuaces ya no falta mucho pero no voy a dar más detalles sólo por la conciencia de que alguien vaya a leer esto y se enoje conmigo por contar el final.

Categorías: Libros

Bloguear

Hace unos días un amigo me pidió que colaborará con él en su página web escribiendo sobre temas técnicos; yo le contesté que prefería escribir en mi blog a lo cual él comentó que ya lo había leído y que consideraba que en el mundo había suficiente mierda como para aportar más con lo que yo escribía que era por eso me pedía escribir sobre temas técnicos. En principio me sentí enojado por el comentario pero conociendo a mi amigo entendí porqué lo decía. Sin embargo sus palabras me hicieron reflexionar sobre mis motivaciones para escribir un blog así, lleno de mierda.

En primera instancia, recordé que comencé escribiendo con un afán exhibicionista, esperando comentarios inteligentes sobre mi forma de escribir, es decir, sobre mi estilo. Alguna vez escuché que un montón de defectos hacen un estilo por eso me atrevo a llamarlo así. Después empecé a escribir como en un diario, para releerlo en un futuro y entonces hacer un inventario del cambio en mis ideas. La pregunta obligada sería ¿por qué hacerlo en un lugar público? Si, cómo me respondí después de que alguien llamó mierda a lo que escribo, escribo para mi, entonces ¿por qué no hacerlo en privado?

¿Sigue siendo como al principio puro exhibicionismo?

Sigo teniendo aspiraciones de escritor, cada vez que leo un libro pienso, yo podría hacerlo mejor, al autor le falta poesía, le falta intensidad, la trama es demasiado simple… yo podría hacerlo mejor. Pero no lo hago, porque no sé cómo y porque en el fondo no estoy seguro de que podría hacerlo mejor. Por eso “escribo para mi” en un lugar público esperando un buen comentario, qué nunca llega.

La idea del diario o bitácora sería aceptable si se tratara de un sitio privado, sin embargo, no lo es, por lo que debe existir otra razón, creo que poco a poco la esperanza de los buenos comentarios a mi “estilo literario” se va acabando y se va transformando en una necesidad más elemental, se va transformando en un grito de ayuda.

Un grito velado, una necesidad de ser escuchado sin tener que hablar, sin tener que sentirme vulnerable dado que siempre puedo escaparme con un “creo que mal interpretaste lo que escribí” o un “sólo escribo para desahogarme”.

En el fondo sé que nadie puede ayudar a alguien que no sabe cómo ayudarse a si mismo, o nadie puede satisfacer la necesidad de alguien que no sabe lo que quiere. Y yo acaso estoy en ambas situaciones y debo agregar que tampoco sé pedir ni recibir ayuda, puede ser que espero demasiado de la gente y no me conformo con frases como “no te preocupes, ya pasará”, “cuenta tus bendiciones”, “tú eres muy fuerte, todo es cuestión de que quieras cambiar tu forma de pensar”, etc. Todas dichas a la pasadita, porque hay cosas más importantes en que pensar o que hacer.

Espero demasiado de la gente, nadie cumple mis requisitos, nadie cubre mi perfil, a todos los encuentro triviales, poco interesados o al contrario muy interesados pero no en lo que a mí me gustaría. Esperar tanto de la gente hace que el número de personas que se me acercan se vaya reduciendo y sé que el destino de la ruta que me voy trazando, es la soledad. Por eso creo que voy a seguir blogueando, esperando la ayuda que nunca va a llegar y que no sabré ver si algún día se aparece.

Categorías: Reflexiones

Entre Besos y Raíces

Tal vez sea que estoy desarrollando una condición bipolar (o algo por estilo) o tal vez simplemente serán las fechas que me duelen tanto, tal vez sea el darme cuenta que conforme pasa el tiempo las festividades se convierten en días de luto, de una tristeza tan abrumadora que no me deja pensar claramente.

El día del padre que se acerca, que se convierte en una fecha más de celos por lo que no tengo, el primer año sin padre, un año más para recordar a mi hijo muerto. La mercadotecnia sin piedad que nos vende en estos días todo lo necesario para homenajear al creador de nuestros días y para sentirnos orgullos de estar ahora en ese lugar.

Cuanta falta me hace mi cordura en estos días, cuanta falta me hace el cariño que no sé recibir. Sólo encuentro sosiego en una soledad que no me gusta pero que me entiende y no me juzga; empiezo como siempre, para encontrarla, a incomodar a la gente que me quiere y me acompaña, empiezo con sarcasmo a desgastar la amistad a corromper el amor y así, logró poco a poco lo que busco con la sed de un borracho perdido; mi soledad.

El amor que incondicionalmente me ofrecen las personas que me quieren no me sabe a nada pero no porque sea insípido sino porque el sentido del gusto está atrofiado por tanta amargura que ha probado. Me vuelvo inseguro y temeroso y veo en cualquier gesto, en cualquier mirada o en cualquier palabra el rechazo que justificaría lo que soy o lo que quiero ser: nada. Nada, reducirme, perderme, desaparecer, y es que lo que me mantiene aún es ese compromiso de esforzarme por dar y saber recibir amor, amor en cualquier forma fraterno o erótico pero sincero y me esfuerzo cada día con todo el cuerpo, con la mente, con el corazón… y fracaso, no tanto por la dificultad de la tarea como por la incapacidad mía, por cansancio, me digo, para no sentirme tan vacío.

Categorías: Reflexiones

Alberto y El loco de la colina

Voy manejando por la carretera México-Querétaro, entonces, justo a la altura de Perinorte veo una silueta caminando por el camellón y pienso, son las tres de la mañana, está lloviendo y esté tipo tan tránquilo caminando por aquí, algo crece dentro de mi interior creo que algunos le llaman "humanidad" (yo la verdad prefiero llamarlo lástima) el caso es que en contra de mis costumbres, disminuyo mi velocidad y acercándome a la silueta le pregunto si necesita que lo lleven, el tipo voltea y sonriendo asiente con la cabeza.
 
Inmediatamente el olor de este personaje que empiezo a conocer me indica que hice mal en llevarlo, por cierto ¿a dónde va?, lo único que responde es: derecho hasta donde yo vaya derecho. En fin, yo voy hasta la ciudad de León, y hasta dónde entiendo es derecho. Está bien dice muy tranquilo como si realmente no le importara llegar a algún lugar en especial.
 
Fue hace como quince años, empieza a hablar como si adivinara mis preguntas. Fue hace como quince años desde que murió mi esposa y empecé a dejarme llevar. Primero por cosas sencillas, ya sabes, cosas como las que tu tienes y todos quieren tener cuando no las tienen. Un auto deportivo, una motocicleta, un departamento en el centro de la ciudad. Al pricipio todo parecía bien, recuerdo que no habían pasado ni tres meses desde el entierro cuando vendí la casa, la casa que vió morir a nuestro hijo y después la vió morir a ella. Ya no quedaba nada ahí para mí, excepto los recuerdos pero los recuerdos eran cada vez más confusos, recordaba que era felíz con ellos, pero también recordaba que ellos no eran felices conmigo, que ellos se tenían uno al otro y yo parecía un espectador, no sé si porque yo quería serlo o porque ellos me orillaban,  por eso mis recuerdos son confusos, sé que me amaban y yo los amaba pero había siempre algo en medio, como deteniéndome, como alejándome. A veces pienso que por eso ella se fue a seguirlo y no le importó dejarme atrás. Fue por eso que vendí la casa porque me confundían los recuerdos o porque los recuerdos eran muy confusos, no sé.
 
Con el dinero que me dieron pagué todas las tarjetas pagué la casa de mi madre y renté un departamento en el centro, en el enorme conjunto que hicieron frente a la alameda.
 
Compré muebles nuevos, todo nuevo y estuvo bien, organizaba fiestas en las que siempre había muchas mujeres, mucho alcohol, mucha gente y pocos amigos. Yo casi no tomaba, prefería a las mujeres. Muchas mujeres y poco amor.
 
Así fue unos años en los que seguía mi rutina, trabajaba duro en la semana, cada vez con más desprecio por la gente y más apego al dinero, al poder, al prestigio, contrario a lo que podría haber pensado alguna vez, eso me abrió muchas puertas en las corporaciones, cada vez ganaba más dinero y cada vez las fiestas eran más escandalosas, los vecinos al principio se quejaban, pero dejaron de hacerlo cuando empezaron a ir a las fiestas. Las mujeres eran cada vez más hermosas, más tontas también y más interesadas. De vez en cuando buscaba una pareja "estable" y suspendía las fiestas.
 
Las parejas "estables" eran por lo regular mucho más jovenes que yo, así las buscaba y hubo algunas que estoy seguro que me amaron, pero yo siempre sentía una deseperante necesidad de dañarlas en la misma proporción en la que ellas decían amarme. Por eso no duraban mucho junto a mi, o yo no lo las dejaba durar.
 
Así fue unos años, muchos años para desperdiciar y pocos años para aprender. Todas las mañanas eran difíciles, despertar antes de abrir los ojos y abrir los ojos sin despertar, esperando una señal de que estaba vivo, de que tenía que seguir, de que hoy era el día en que tenía que conseguir lo que me faltó ayer, pero así pasaban lo días, iguales, igualitos.
 
Los primeros minutos de cada mañana los llenaba ejercitando un cuerpo que empezaba a sentir el frio de estar solo y que no se calentaba levantando pesas ni corriendo en una banda sin fin, sin llegar a ningún lado. Bañarse, vestirse, todo era costumbre y todo era igual, igualito. Salir al trabajo era subirse a otra banda sin fin que nunca dejaba de moverse. El auto era cada vez más lujoso, la ropa más cara, los zapatos cada vez menos gastados y yo por dentro cada vez más pobre. Empezar a tomar fue fácil, ya las fiestas no eran tan ruidosas porque el anfitrión era amargado, la gente fue a menos y los amigos nunca llegaron. El trabajo dejaba de hacerse y de pensarse, pasaban las horas muy despacio y el tiempo se llenaba de mi soledad. El jefe en turno siempre quería más pero mi desprecio por todo también. Las facturas dejaron de pagarse poco a poco, los créditos y el prestigio se trocaron en pleitos y persecusión.
 
La soledad empezó a acompañarme todo el tiempo, el vacío que estaba lleno de cosas sin sentido se vació y se llenó de preguntas sin respuesta. Busqué compañía en las que me habían amado pero no estuvieron ya, sus propios vacíos estaban tan llenos de sus cosas que no quedaba nada para mi. La misma pregunta se escribía en todas partes ¿cuándo se acaba? ¿CUANDO SE ACABA?.
 
Los recuerdos ahora de dos vidas eran igual de confusos, mi esposa y mi hijo, estaban ahora a la otra orilla de un río de recuerdos de la nueva vida que ya terminaba y que pasaban tan rápido que no me dejaban llegar a la familiaridad confusa del primer ayer.
 
Así fue terminando esa vida segunda que viví, cómo la había soñado, en mis peores sueños y en mis mejores pesadillas. Se terminó tan rápido que no me dió tiempo para saber como llegué a lo que soy ahora. A lo que llamo la tercera vida, la definitiva, la que me lleva por caminos de locura que me han regresado la razón, la gente me dice loco, pero solo cuando me quedo en un lugar tanto tiempo como para que se den cuenta de mí. No pasa mucho eso porque prefiero caminar, como hoy en la lluvia o en el sol, da igual, el cuerpo ya no pide mucho, poca comida, poca bebida, poca compañía.
 
Pero la mente, esa sigue pidiendo, ya no pide saber ahora quiere conocer, quiere contemplar y para eso no se necesitan libros ni maestros, a veces me quedo mirando las cosas pasar por muchas horas por eso la gente a veces me llama loco, pero no saben que no estoy ahí con ellos, estoy adentró, encontrando las respuestas que siempre busqué afuera. Adentro es tranquilo, es cálido, están ahí todos los que amé. Adentro está Dios y yo estoy con él, hablamos mucho, a veces en silencio y a veces a viva voz, por eso la gente a veces me llama loco. Te digo que la mente sigue pidiendo pero sólo para que me entiendas, porque yo sé que no es la mente, puede ser que sea el alma, pero no estoy seguro de que es.
 
Voy encontrando así respuestas poco a poco, tengo mucho tiempo y me dura tan poquito, porque llega el sueño, el hambre, que aunque es poca entretiene con sus necedades y me pone a buscar cosas afuera, cosas que hoy aborrezco, por suerte la misma gente que a veces me llama loco, a veces también me da de comer, creo que les gusta que no pido dinero, dicen que es bueno que no tenga vicios y que no robe, no saben que todos lo vicios ya los tuve y no me interesa robar porque nadie tiene algo que yo quiera tener. También dicen que hablo chistoso, que debí haber sido muy inteligente, no saben que si fui muy inteligente lo era sólo para la gente como ellos pero para mi siempre fui un tonto. Una vez hasta se acerco alguien a mi para pedir consejo, yo sólo le conteste un par de cosas que leí una vez en un libro para que me dejara en paz, pero regresó después con comida para agradecerme, por eso me fui de allí. Por eso no me quedo nunca mucho tiempo en el mismo lugar.
 
Algo que no entiendo todavía es porque la gente quiere cambiarme ahora que me siento tan bien, me quieren ayudar, me ofrecen su casa para bañarme, me regalan su ropa y yo me niego porque me da miedo que me vuelva a gustar todo eso, que mi vida tercera retroceda a mi vida segunda, en todo caso quisiera volver al principio con mi esposa y mi hijo pero eso ya no se puede. ¿Por qué cuando me sentía tan solo entre tanta gente que se divertía en mis fiestas, nadie me ofreció ayuda?
 
Creo que lo de adentro siempre es invisible a los de afuera por eso la gente cree que estoy mal ahora y estuve muy bien antes, cuando lo de afuera se veía bien, se veía limpio, fuerte, lujoso. Pero lo de adentro estaba podrido y eso no le importaba a nadie y ahora que lo de adentro está limpio y fuerte no le importa a nadie. Por eso quieren bañarme por eso quieren alimentarme. Y le pregunto a Dios porque no puede estar bien lo de adentro cuando está bien lo de afuera y al revés. Pero no me ha contestado. Él es así a veces no contesta con palabras, contesta con sueños o con cosas que encuentro y que siempre sé que hacer con ellas, no como antes que las cosas me encontraban a mi y no sabían que hacer conmigo.
 
Sigo pensando en eso, y te digo pensando para que me entiendas, porque no sé como decirte lo que hago, pero empiezo a creer que si hay una cuarta vida para mi, entonces debe ser en donde yo esté limpio por dentro y limpio por fuera, pero ya esta el cuerpo viejo y no sé si le quede fuerza para eso.
Categorías: Reflexiones

Relaciones humanas

Hoy es uno de esos días en los que me siento solo, con un vacío que no alcanzo a llenar con explicaciones, me sorprende darme cuenta de que me hace falta alguien con quien platicar, con quien ir a comer, etc. Pero ¿a qué viene esta sensación? si soy yo mismo el que aleja a la gente y se vanagloria de su autosuficiencia.
 
Realmente me desespera no poder establecer una relación amistosa con casi nadie, soy demasiado exigente con la gente, eso provoca que critique constantemente las acciones de los demás y me vuelva egoísta. Siempre planeando estrategías para llevar a los demás a donde yo quiero (supuestamente) como si supiera lo que quiero con exactitud. Estoy convencido de que mi miedo a ser "menos o igual a los demás" me aturde y me hace reaccionar violentamente o por lo menos defensivamente. Esto me parece ridículo a la luz de las cosas por las que he pasado y me molesta que persista esta ansiedad en mi, ansiedad por destacarme hasta en las cosas más sencillas y es que ya no  encuentro sentido en hacer eso, es más una costumbre, un vicio… Antes me parecía incluso un rasgo de mi personalidad digno de admiración una especie de característica heróica, es decir, prefiero estar solo en mi perfección que acompañado de tontos. Vaya pensamiento tan absurdo. Ahora por el contrario esta costumbre que persiste en mi, me asusta, creo que cada vez menos me gusta estar solo. Cada vez más quisiera poder abrirme a la "amistad sencilla" hasta podría llamarla superficial, pero ¿no es todo en la vida en principio superficial? incluso nuestros pensamientos más profundos apenas arañan niveles como el subconsiente o el supraconsiente. Y entonces ¿que hay de malo con la sencillez, con la superficialidad? Me inclino a creer que no debería tener ningún problema con esto; especialmente porque no se puede llegar al fondo del mar sin pasar por su superficie.
 
Creo que la única forma de llegar a conocer a alguién a fondo, si es que ese es el objetivo, no es analizándolo, no es acorralándolo ni llevándolo al límite de sus razonamientos, eso más bien es sadismo, claro el viejo sentimiento que siempre me ha perseguido. El sadismo, ese gusto por hacer daño, especialmente un daño intelectual, es decir, no me interesa golpear a alguien (algunos parecieran merecerlo) pero, que gusto tan grande, aunque pasajero, representa para mi la humillación y la vergüenza del oponente.
 
Tal vez ese precisamente sea mi problema "el oponente", "el atacante". Si en cada persona veo a este personaje, entonces ¿cómo no habría de sentirme solo?
 
¿Qué hay detrás? La respuesta seguramente se remonta como casi siempre a mis primeros años, a la influencia de mis padres, de mis abuelos, en general de cualquier persona que se apareció en aquellos días y que por alguna razón influyo en lo que en ese entonces eran sentimientos y a la larga se conviertieron en mandatos.
 
DEFIENDETE. Este debe ser uno de esos "mandamientos" que circulan a la velocidad de la luz en mis diálogos cerebrales. Tal vez empezó con un DEFIENDEME que me llevó a la conclusión de que para defender, antes tenía que ser invencible, indestructible, temible, poderoso… Y qué pasa si no me defiendo, ya no necesito hacerlo, para que quiero ser invencible si me he dado cuenta de que no tengo derecho a salvar a nadie, a defender a nadie, a quitarle su sufrimiento a nadie.
 
Ya no necesito ser poderoso, porque me he dado cuenta de que el poder sólo sirve al ego, al mio o al de los demás, realmente ¿he ayudado a alguien a lo largo de mi vida? Claro que muchos me consideran buen padre, buen hijo porque ayudo a…
 
AYUDAR. No se ayuda realmente a nadie al defenderlo, se ayuda a alguién estando ahí, sufriendo junto a esa persona, permitiéndose sentir, permitiéndose llorar, permitiéndose compartir. No ayudé más a mi hijo al ser "fuerte" ante las malas noticias y llorando en soledad de lo que lo hubiera ayudado llorando con el al verlo morirse de dolor.
 
Es una paradoja, me queda claro, que mi afán de convertirme en un monolito, entrenándome, por así decirlo, atacando a todo y a todos para probar mi fuerza, me deje sin nadie al rededor para ser su protector. Queda entonces una sola persona a la que puedo proteger: Yo. Y eso perpetúa y cierra el círculo. Convirtiendo para siempre el DEFIENDEME en DEFIENDETE, hasta llegar al punto de tener que defenderme de mi mismo para no volverme loco.
 
Puedo cambiar, es sólo un paso más, un esfuerzo más en este camino que al final y al igual que todos no va a llegar a ningún lugar.
 
 
Categorías: Reflexiones

Estado actual: Confundido

junio 16, 2007 1 comentario
Ayer cumplí 35 años, el 3 de agosto mi hijo cumple dos años de haber muerto como consecuencia de la leucemia que padeció durante tres años, el 27 de julio mi suegra cumple un año de haber sufrido un infarto cerebral y estar postrada en cama muriendo lentamente. Recientemente mi padre terminó sus sesiones de quimioterapia para el tratamiento de un cancer de origen no identificado y que se manifestó con un tumor en el cuello cuya extirpación dejó pendiente, por miedo, durante casi un año lo que provocó que la operación fuera más complicada y tuviera como consecuencia una paralisis facial parcial y un daño permanente en varios nervios del cuello limitando el movimiento de su brazo izquierdo, actualmente trabaja vendiendo películas pirata. Mi esposa y yo estamos pasando por constantes discusiones que terminan en perídos depresivos en los que casi no nos hablamos durante días.
 
Cuando murió mi hijo Tere (mi esposa) y yo estuvimos en psicoterapia durante casi un año, conclusión: "lo que paso con nuestro hijo tuvo un sentido, existe el alma, existe la trascendencia"
 
Hace casi 4 meses regresé a terapia por un problema neurótico relacionado con la idea subjetiva que tenía del dinero. Eso ya se resolvió. Ahora hay que aclarar algo, mi terapeuta no es común: no es freuidiano, no es gestáltico, no es conductista, no es new age, no es nada de eso y sin embargo es experto en todo eso, es cinta negra en Aikido, es danzante, es maestro normalista retirado, tiene una esposa con insuficiencia renal en dialisis,ha escrito varios libros de orientación educativa, un estuche de monerías.
 
Las terapias con Pedro son duras, son directas, te hace trabajar, no le gusta perder el tiempo con platicas de cantina que es la opinión que tiene de los psicoanalistas. Sus terapias me han sido muy útiles, me han vaciado de muchos procesos neuróticos generados por mandamientos impuestos hábilmente y con la mejor intención por mis padres, los padres de mis padres y mucha gente que ha infuido en mi vida.
 
Pero hay un problema, cuado vacías algo la consecuencia es algo obvio, ese algo queda VACIO. Un vacío fertil como dice Pedro pero que me ha sumido en una intranquilidad que nunca antes había sentido, no es un proceso neurótico dice él pero se le parece mucho aclara. Es una inquietud tan profunda que no me deja dormir, que no me deja trabajar que me tiene peleando constantemente con mi esposa. Ya no existe en mi interés por casi nada, dinero, mujeres, poder, estatus social, autos, tecnología, en fin, nada de lo que antes era la zanahoria que nunca puede alcanzar el caballo que jala de la carreta.
 
¿Qué sigue cuando sientes que todo acabó para ti? ¿Cuál es la luz al final del tunel? Y entonces si todo acabó para mi ¿dónde empieza la eternidad? ¿dónde empieza el alma? Mi alma soy yo, o yo soy mi alma y si es así ¿por qué estamos tan lejos uno del otro? es decir, si el alma es eterna entonces ¿que es lo que siento que termió y dónde esta ese inicio que no encuentro?
 
El alma, Dios, la trascendencia, ¿cómo se abordan esos temas? no se pueden medir, no se pueden pesar, no cuentan con una demostración matemática de su existencia, la religión nos dice: no pienses, obedece, ten fe, el positivismo nos dice que si no se pueden comprobar no existen. Reniego de ambos. Porque con ninguno encuentro consuelo, reniego de la Biblia tanto como del "Origen de la vida" de Oparín, me niego a creer en un Dios padre que nos libra de todo mal si obedecemos su ley y me niego a creer en el castigo infernal si no lo hago. Me niego a creer en la evolución de la materia como única explicación de la vida.
 
No creo ya, en el cielo ni en el infierno, no me interesa ninguna religión, ni me interesa pertenecer a sus instituciones, no creo que no comer carne me acerque a la verdad, no creo que contorsionar mi cuerpo me acerque a la iluminación, no creo en el ayuno, no creo en la verdad absoluta, no creo nada de lo que acabo de escribir.
 
No tengo miedo para enfrentar lo que viene porque no tengo valor para seguir un camino que no encuentro.
 
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Febrero

Descubrí que en febrero me deprimo, no sé porque pero al parecer así es, bueno al menos las depresiones no son como antes de la terapia. No, antes eran lo que yo llamaba periodos azules, es decir, según yo me ponía muy creativo, escribía «poemas» me ponía muy filosófico y muy poco productivo. No, ahora sólo me siento triste y ah! sí algo que continua es la búsqueda de una mamá en otras mujeres, pero con mucha menor intensidad. En apariencia cualquiera pensaría que antes eran «mejores depresiones» pero yo sé que antes sólo quería llamar la atención y ahora sólo quiero que se termine la tristeza, pero que se vaya sola, sin forzarla, para vivir lo que tengo que sufrir y que se muera tranquila, así espero que ya no regrese, por lo menos esa etapa o ese dolor particular.

También descubrí que otra vez tengo miedo y eso es bueno. Me refiero a que desde que murió Beto realmente no tenía miedo de nada incluso buscaba situaciones en la que pudiera resultar dañado porque no me importaba, afortunadamente no me pasó nada grave. No tengo miedo de todo, claro. Es más bien algo del cuerpo, algo instintivo, como tener miedo de cruzar la calle, de chocar, de caminar por una calle sospechosa en la noche, cosas así. Obviamente nada de esto me paraliza pero antes no sentía nada y creo que eso era malo ¿por qué era malo? porque creo que no escuchaba a mi cuerpo sólo escuchaba mi tristeza y mi culpa y tal vez buscaba un castigo.

También esta depresión está acompañada de añoranza, por los tiempos buenos que ya no regresaran, pero también es bueno eso, porque ¿como no extrañar?… tantas cosas: a mi hijito, amigos, amigas, amores… Es bonito creer que la vida sigue y que todo pasa por algo y que las cosas van a estar bien eso es grandioso pero también se vale extrañar, añorar, anhelar, es una forma de ir al fondo para tocarlo y después impulsarse hacia arriba, porque no podemos nadar siempre en la superficie con la sonrisa de oreja a oreja. Al menos yo no puedo, es muy cansado.

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