Archivo

Archive for agosto 3, 2010

Un día triste

agosto 3, 2010 8 comentarios

Hoy hace cinco años murió mi hijo. No puedo negar que el paso del tiempo sana las heridas pero también me doy cuenta que algunas siempre dolerán, por lo menos una tan profunda. Trato de no pensar en todo lo que sufrió y en lugar de ello recordar todas las cosas que aprendí de él y nuestro amor incondicional. Cualquiera que tenga hijos sabrá del miedo que provoca la sola idea de verlos sufrir pero nadie, que no haya pasado por esto, entenderá el dolor infinito que provoca su muerte.

Hoy fuimos a misa, Tere y yo, solos. Nunca nos ha importado estar solos, mientras estemos juntos, y siempre tratamos de apoyarnos, tendiéndonos la mano cuando alguno de los dos se siente desfallecer; no entiendo bien porque hoy algo se rompió en mí. Tal vez son los recuerdos, tal vez la presión que provoca mi forma de ser tan hermética y la necesidad impuesta de ser fuerte.

En la misa las lecturas del viejo testamento y del evangelio me parecieron crueles y me hicieron enojar.

Jeremías: 30, 1-2. 12-15. 18-22

…»Esto dice el Señor: ‘Tu quebranto es irremediable e incurables tus heridas. Estás desahuciado. Hay heridas que tienen curación, pero las tuyas no tienen remedio.
Todos tus amantes te han olvidado y ya no preguntan por ti. Como si fuera tu enemigo, te herí y te impuse un cruel castigo por tu gran culpa, por tus enormes pecados ¿Por qué te quejas de tus heridas? Tu dolor es irremediable. Por tu gran culpa, por tus enormes pecados te he tratado así’ «…

Evangelio según san Mateo: 14, 22-36

…»Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua». Jesús le contestó: «Ven». Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: «¡Sálvame, Señor!». Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»…

Y para colmo la tomé contra Tere en el desayuno; porque ella es la católica, la que cree en Dios y yo no, pero tengo que asistir a la misa para darle gusto… y mil cosas por el estilo. No tiene caso repetirlas.

La culpa siempre es algo difícil de superar, cualquiera que me conoce me dirá que fui un buen padre, que cuide a mi hijo como pocos, que siempre estuve con él durante su tratamiento, que hice todo lo posible… y yo algunas veces, como hoy, no lo creo.

Hoy siento que tiene razón Jeremías y que no debo quejarme de mis heridas porque mi dolor es irremediable y debo sufrir por mis enormes pecados. Y que también tiene razón Mateo y soy, en efecto, un hombre de poca fe.

Le pregunté una vez a Pedro si creía que algún día Dios me perdonaría y me dijo con tanta seguridad, que Dios no tiene nada que perdonarnos porque él no nos juzga, que el perdón tenemos que prodigárnoslo nosotros mismos que la culpa reside en el ego y no en nuestro verdadero ser. Le creo. Le creo, y a pesar de creerle, hay días en los que me siento así y parecería que no hay fuerza que pueda detener mi desesperación.

Al final lo que más me duele es dañar a mi amada Tere mi única compañera en este y en todos los sufrimientos, pero también en todas la alegrías. En la dedicatoria de su tesis de maestría escribió:

Para mi amado esposo Jesús Alberto Jiménez Ramos,
alma compañera de muchos momentos felices
y de amargas misiones
y a nuestro amado e inolvidable hijo Betito
quien vive en nuestro corazón y con su ejemplo
nos fortalece para seguir caminando
hasta reunirnos nuevamente.

Los amo.

Yo también te amo Tere, mi alma compañera, ojalá me perdones una vez más, ojalá yo algún día logre perdonarme.

Categorías: Reflexiones