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Alberto y El loco de la colina

Voy manejando por la carretera México-Querétaro, entonces, justo a la altura de Perinorte veo una silueta caminando por el camellón y pienso, son las tres de la mañana, está lloviendo y esté tipo tan tránquilo caminando por aquí, algo crece dentro de mi interior creo que algunos le llaman "humanidad" (yo la verdad prefiero llamarlo lástima) el caso es que en contra de mis costumbres, disminuyo mi velocidad y acercándome a la silueta le pregunto si necesita que lo lleven, el tipo voltea y sonriendo asiente con la cabeza.
 
Inmediatamente el olor de este personaje que empiezo a conocer me indica que hice mal en llevarlo, por cierto ¿a dónde va?, lo único que responde es: derecho hasta donde yo vaya derecho. En fin, yo voy hasta la ciudad de León, y hasta dónde entiendo es derecho. Está bien dice muy tranquilo como si realmente no le importara llegar a algún lugar en especial.
 
Fue hace como quince años, empieza a hablar como si adivinara mis preguntas. Fue hace como quince años desde que murió mi esposa y empecé a dejarme llevar. Primero por cosas sencillas, ya sabes, cosas como las que tu tienes y todos quieren tener cuando no las tienen. Un auto deportivo, una motocicleta, un departamento en el centro de la ciudad. Al pricipio todo parecía bien, recuerdo que no habían pasado ni tres meses desde el entierro cuando vendí la casa, la casa que vió morir a nuestro hijo y después la vió morir a ella. Ya no quedaba nada ahí para mí, excepto los recuerdos pero los recuerdos eran cada vez más confusos, recordaba que era felíz con ellos, pero también recordaba que ellos no eran felices conmigo, que ellos se tenían uno al otro y yo parecía un espectador, no sé si porque yo quería serlo o porque ellos me orillaban,  por eso mis recuerdos son confusos, sé que me amaban y yo los amaba pero había siempre algo en medio, como deteniéndome, como alejándome. A veces pienso que por eso ella se fue a seguirlo y no le importó dejarme atrás. Fue por eso que vendí la casa porque me confundían los recuerdos o porque los recuerdos eran muy confusos, no sé.
 
Con el dinero que me dieron pagué todas las tarjetas pagué la casa de mi madre y renté un departamento en el centro, en el enorme conjunto que hicieron frente a la alameda.
 
Compré muebles nuevos, todo nuevo y estuvo bien, organizaba fiestas en las que siempre había muchas mujeres, mucho alcohol, mucha gente y pocos amigos. Yo casi no tomaba, prefería a las mujeres. Muchas mujeres y poco amor.
 
Así fue unos años en los que seguía mi rutina, trabajaba duro en la semana, cada vez con más desprecio por la gente y más apego al dinero, al poder, al prestigio, contrario a lo que podría haber pensado alguna vez, eso me abrió muchas puertas en las corporaciones, cada vez ganaba más dinero y cada vez las fiestas eran más escandalosas, los vecinos al principio se quejaban, pero dejaron de hacerlo cuando empezaron a ir a las fiestas. Las mujeres eran cada vez más hermosas, más tontas también y más interesadas. De vez en cuando buscaba una pareja "estable" y suspendía las fiestas.
 
Las parejas "estables" eran por lo regular mucho más jovenes que yo, así las buscaba y hubo algunas que estoy seguro que me amaron, pero yo siempre sentía una deseperante necesidad de dañarlas en la misma proporción en la que ellas decían amarme. Por eso no duraban mucho junto a mi, o yo no lo las dejaba durar.
 
Así fue unos años, muchos años para desperdiciar y pocos años para aprender. Todas las mañanas eran difíciles, despertar antes de abrir los ojos y abrir los ojos sin despertar, esperando una señal de que estaba vivo, de que tenía que seguir, de que hoy era el día en que tenía que conseguir lo que me faltó ayer, pero así pasaban lo días, iguales, igualitos.
 
Los primeros minutos de cada mañana los llenaba ejercitando un cuerpo que empezaba a sentir el frio de estar solo y que no se calentaba levantando pesas ni corriendo en una banda sin fin, sin llegar a ningún lado. Bañarse, vestirse, todo era costumbre y todo era igual, igualito. Salir al trabajo era subirse a otra banda sin fin que nunca dejaba de moverse. El auto era cada vez más lujoso, la ropa más cara, los zapatos cada vez menos gastados y yo por dentro cada vez más pobre. Empezar a tomar fue fácil, ya las fiestas no eran tan ruidosas porque el anfitrión era amargado, la gente fue a menos y los amigos nunca llegaron. El trabajo dejaba de hacerse y de pensarse, pasaban las horas muy despacio y el tiempo se llenaba de mi soledad. El jefe en turno siempre quería más pero mi desprecio por todo también. Las facturas dejaron de pagarse poco a poco, los créditos y el prestigio se trocaron en pleitos y persecusión.
 
La soledad empezó a acompañarme todo el tiempo, el vacío que estaba lleno de cosas sin sentido se vació y se llenó de preguntas sin respuesta. Busqué compañía en las que me habían amado pero no estuvieron ya, sus propios vacíos estaban tan llenos de sus cosas que no quedaba nada para mi. La misma pregunta se escribía en todas partes ¿cuándo se acaba? ¿CUANDO SE ACABA?.
 
Los recuerdos ahora de dos vidas eran igual de confusos, mi esposa y mi hijo, estaban ahora a la otra orilla de un río de recuerdos de la nueva vida que ya terminaba y que pasaban tan rápido que no me dejaban llegar a la familiaridad confusa del primer ayer.
 
Así fue terminando esa vida segunda que viví, cómo la había soñado, en mis peores sueños y en mis mejores pesadillas. Se terminó tan rápido que no me dió tiempo para saber como llegué a lo que soy ahora. A lo que llamo la tercera vida, la definitiva, la que me lleva por caminos de locura que me han regresado la razón, la gente me dice loco, pero solo cuando me quedo en un lugar tanto tiempo como para que se den cuenta de mí. No pasa mucho eso porque prefiero caminar, como hoy en la lluvia o en el sol, da igual, el cuerpo ya no pide mucho, poca comida, poca bebida, poca compañía.
 
Pero la mente, esa sigue pidiendo, ya no pide saber ahora quiere conocer, quiere contemplar y para eso no se necesitan libros ni maestros, a veces me quedo mirando las cosas pasar por muchas horas por eso la gente a veces me llama loco, pero no saben que no estoy ahí con ellos, estoy adentró, encontrando las respuestas que siempre busqué afuera. Adentro es tranquilo, es cálido, están ahí todos los que amé. Adentro está Dios y yo estoy con él, hablamos mucho, a veces en silencio y a veces a viva voz, por eso la gente a veces me llama loco. Te digo que la mente sigue pidiendo pero sólo para que me entiendas, porque yo sé que no es la mente, puede ser que sea el alma, pero no estoy seguro de que es.
 
Voy encontrando así respuestas poco a poco, tengo mucho tiempo y me dura tan poquito, porque llega el sueño, el hambre, que aunque es poca entretiene con sus necedades y me pone a buscar cosas afuera, cosas que hoy aborrezco, por suerte la misma gente que a veces me llama loco, a veces también me da de comer, creo que les gusta que no pido dinero, dicen que es bueno que no tenga vicios y que no robe, no saben que todos lo vicios ya los tuve y no me interesa robar porque nadie tiene algo que yo quiera tener. También dicen que hablo chistoso, que debí haber sido muy inteligente, no saben que si fui muy inteligente lo era sólo para la gente como ellos pero para mi siempre fui un tonto. Una vez hasta se acerco alguien a mi para pedir consejo, yo sólo le conteste un par de cosas que leí una vez en un libro para que me dejara en paz, pero regresó después con comida para agradecerme, por eso me fui de allí. Por eso no me quedo nunca mucho tiempo en el mismo lugar.
 
Algo que no entiendo todavía es porque la gente quiere cambiarme ahora que me siento tan bien, me quieren ayudar, me ofrecen su casa para bañarme, me regalan su ropa y yo me niego porque me da miedo que me vuelva a gustar todo eso, que mi vida tercera retroceda a mi vida segunda, en todo caso quisiera volver al principio con mi esposa y mi hijo pero eso ya no se puede. ¿Por qué cuando me sentía tan solo entre tanta gente que se divertía en mis fiestas, nadie me ofreció ayuda?
 
Creo que lo de adentro siempre es invisible a los de afuera por eso la gente cree que estoy mal ahora y estuve muy bien antes, cuando lo de afuera se veía bien, se veía limpio, fuerte, lujoso. Pero lo de adentro estaba podrido y eso no le importaba a nadie y ahora que lo de adentro está limpio y fuerte no le importa a nadie. Por eso quieren bañarme por eso quieren alimentarme. Y le pregunto a Dios porque no puede estar bien lo de adentro cuando está bien lo de afuera y al revés. Pero no me ha contestado. Él es así a veces no contesta con palabras, contesta con sueños o con cosas que encuentro y que siempre sé que hacer con ellas, no como antes que las cosas me encontraban a mi y no sabían que hacer conmigo.
 
Sigo pensando en eso, y te digo pensando para que me entiendas, porque no sé como decirte lo que hago, pero empiezo a creer que si hay una cuarta vida para mi, entonces debe ser en donde yo esté limpio por dentro y limpio por fuera, pero ya esta el cuerpo viejo y no sé si le quede fuerza para eso.
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